Libertad de precios o libertad de descuentos. Ésa es la disyuntiva que maneja el Gobierno para los libros de texto. El sector del libro ha expresado su firme convicción de que cualquiera de las dos, es decir la ruptura del precio fijo, provocará grandes pérdidas a todos salvo a los grandes comercios. Pero, puestos en la tesitura, prefieren la libertad de precios a la de descuentos. El argumento es sencillo: si se liberalizan los precios (siempre con el límite del precio de coste, según la Ley del Comercio Minorista), todos compiten en relativa igualdad de condiciones. Si se liberalizan los descuentos (sin limitación alguna), las grandes superficies podrán regalar los libros a los compradores de otros productos, mientras que las pequeñas librerías se verán atadas de pies y manos, ya que su negocio es exclusivamente el de los libros.
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El presidente de la Federación de Gremios de Editores de España, Josep Lluís Monreal, acusó al Ministerio de Economía de favorecer a algunas grandes superficies.
Otras medidas también fueron criticadas. La Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) rechazó el pago de medicinas en función de las rentas y denunció la contradicción que supone bajar los impuestos al tiempo que se introducen fórmulas de apariencia distributiva con objetivos fundamentalmente económicos.
Los pensionistas de UGT y de CC OO se mostraron también frontalmente en contra del copago de los medicamentos que ha propuesto la ministra de Sanidad, Celia Villalobos. La Unión de Consumidres de España (UCE) llegó a hablar de "ruptura de la equidad y solidaridad del Sistema Nacional de Salud".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de junio de 2000