El descenso de la natalidad parece un tema candente. Se diría que la escasez cada vez más evidente de niños debería llevar a nuestra sociedad a favorecer a las familias que tienen o proyectan tener hijos. Por desgracia, los padres y madres con niños pequeños experimentamos todo lo contrario. La administración es incapaz de establecer medidas de verdadero apoyo a la familia. Pero lo peor es la actitud de la propia sociedad: los niños molestan y nadie los quiere cerca. La presencia de un cochecito de niño en un local público, una cola de supermercado, las escaleras del metro, un ascensor... ya casi nunca desencadena un gesto de simpatía o solidaridad de los presentes. Recientemente publicaba un periódico que hasta un servicio público como el taxi rechaza transportar a mamás con niños, arguyendo que "los niños ensucian". En Gavà-Mar, la ampliación de una escuela infantil es obstaculizada por los vecinos con el pretexto de que "la cercanía de la escuela disminuye el valor inmobiliario de sus propiedades". Que semejantes barbaridades sean presentadas como argumentos que justifican el rechazo a los niños refleja el grado de egoísmo y de insolidaridad de quienes los emiten. ¿Se les ha ocurrido que tal vez una de las causas del tan temido descenso de la natalidad es la insolidaridad que la sociedad evidencia frente a las familias con niños?-M. Cristina Manzanares Céspedes y 15 firmas más. Barcelona.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 28 de junio de 2000