La semifinal entre Francia y Portugal se cobró anoche dos víctimas: en primer lugar los aficionados al fútbol, que pierden un equipo magnífico con el que seguir deleitándose; la segunda, por propia voluntad, Humberto Coelho. El seleccionador luso anunció al término del encuentro que el 31 de julio abandonará su cargo, al que llegó en diciembre de 1997. "Es un buen momento para dejarlo", explicó Coelho. "Necesitamos tiempo pa-ra prepararnos para la próxima batalla con un nuevo entrenador. Deseo lo mejor a mi sucesor", afirmó.Coelho empleó la misma elegancia y discreción en despedirse de su cargo que en analizar la jugada decisiva del partido: el penalti de Abel Xavier con que Zidane clasificó a Francia para la final. "No estoy seguro de si fue penalti o no", admitió sin un solo reproche al árbitro ni a sus jugadores. "Quizás si lo hubiesen pitado a nuestro favor seríamos nosotros los contentos, pero no sé si el balón le dio en la mano o no. En cualquier caso es decisión del árbitro", afirmó. El técnico luso sólo puso un pero. "Es triste caer eliminado de esta manera, y más cuando Portugal ha jugado realmente bien frente a un equipo tan bueno como es Francia".
En el otro bando, Roger Lemerre correspondió con idéntico señorío, convencido de que sí hubo penalti pero disculpando la enfurecida respuesta de los jugadores portugueses tras señalar Günter Ben-ko la pena máxima. "Probablemente mis jugadores hubiesen reaccionado igual si el penalti hubiese sido en contra. Hay que entender su respuesta". A la hora de las dedicatorias, Lemerre repartió flores a su antecesor. "Ha sido una victoria difícil que supone la culminación de un trabajo que empezó en 1996. Me he beneficiado de la herencia de Aimè Jacquet", admitió.
Zidane, elegido mejor jugador del partido y autor del gol decisivo, no considera que Francia haya terminado su trabajo. "No nos conformamos con jugar la final. Queremos ganarla"
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de junio de 2000