Desde el pasado 15 de junio, las vacas han invadido Nueva York. Llenas de color y de personalidad, más de quinientas vacas de fibra de vidrio, pintadas y decoradas por artistas americanos y también por ciudadanos de a pie, desfilan por estas calles.
En 1998 fue en Zúrich; después, en Chicago, y ahora, en Nueva York. En cada ciudad, la cowparade tiene personalidad propia y constituye un acontecimiento cultural y educativo único, una forma de acercar el arte y convertirlo en diversión para toda la comunidad o, como dicen aquí, la cowmmunity.
Todas las vacas tienen nombres y apellidos, y están apadrinadas por instituciones y asociaciones públicas y privadas. Y, ¡cómo no!, también existen los patrocinadores del acontecimientos en Internet. Finalizada la manifestación, las vacas se subastan y el dinero que se recauda se destina a obras sociales.
Tutancowmon, Picowsso o Moozart son algunas de estas vacas neoyorquinas, que para nada están locas. La que está en mi calle se llama "la vaca de rayas" (the striped cow), y todas las mañanas, cuando me cruzo con ella, sonrío y me siento viva. También me pregunto cómo serían "las vacas a la española". De ahí mi invitación a Madrid, a Bilbao, a Barcelona, a Valencia o a cualquiera de nuestras bonitas ciudades a hacer suya esta iniciativa simpática y sobresaliente.- Sofía Rodríguez-Sahagún. Nueva York.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de junio de 2000