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Editorial:

El legado de Atapuerca

El yacimiento de Atapuerca sigue ofreciendo nuevos hallazgos acerca de la historia de nuestros más remotos antepasados. A la ya extraordinaria colección de restos fósiles que hacen de la sierra burgalesa el más antiguo hábitat conocido del hombre en Europa y uno de los más ricos en el mundo se añaden ahora otros: indicios de utensilios de hace un millón de años aproximadamente y un registro de hace tan sólo unos pocos miles de años que podría contener información sobre un momento crucial en la conformación del hombre moderno. Se ensancha así el rango de épocas sobre las que podemos obtener evidencia empírica del pasado de los humanos en Europa, haciendo retroceder en el tiempo la presencia humana en nuestro continente y, hacia delante, llegando hasta las épocas más recientes de la prehistoria. La importancia y el rigor de las investigaciones realizadas en Atapuerca son reconocidos unánimemente. El ambiente natural que rodea al yacimiento, junto con el propio espacio de las excavaciones, necesita ser protegido de forma que los trabajos allí desarrollados puedan continuar sin interferencias. Al mismo tiempo, los resultados de las investigaciones y los restos más característicos deben estar al alcance del público. De ahí que merezca todo el apoyo la idea de crear un museo en la ciudad de Burgos dedicado a exponer los conocimientos sobre la evolución humana y a impulsar la investigación en este apasionante campo. Del mismo modo, resulta natural que se haya solicitado su consideración por la Unesco como patrimonio de la humanidad. Pocas cosas podrán responder tan adecuadamente a esta calificación. El legado de los hombres y mujeres de Atapuerca es universal y su historia nos concierne a todos.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de julio de 2000