Quiero comunicar a los lectores la tremenda injusticia que se está cometiendo con las familias de baja economía, la incidencia tan negativa que está teniendo la escalada de precios de la gasolina,en parte motivada por el espectacular aumento de los impuestos indirectos que gravan la gasolina al estar éstos encadenados porcentualmente sobre el precio de la misma.
Puedo demostrarles que para una familia cuyos ingresos mensuales sean de ciento cincuenta mil pesetas y tenga un consumo de cien litros de gasolina al mes, la subida le ha representado una inflación del 1,67%; para otra familia que tenga unos ingresos mensuales de doscientas cincuenta mil pesetas y el mismo consumo, la subida le ha representado una inflación del 1%, y, sin embargo, para otra familia cuyos ingresos sean de trescientas cincuenta mil pesetas mensuales, la subida solamente le ha representado una inflación del 0,71%; no quiero decirles que los que tengan un ingreso mensual de un millón, la subida sólo les representa una inflación del 0,25%.
Me parece vergonzosa esta situación, y exigiría al Gobierno un cambio drástico en la fiscalidad de los carburantes, porque los impuestos indirectos son tremendamente injustos hacia las economías más débiles.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de julio de 2000