Doce ecuatorianos que llegaron a Lleida en junio pasado han conseguido regularizar su situación en España porque delataron a la mafia que les trajo con falsas promesas de trabajo. De esta manera, pues, han podido acogerse al artículo 56 de la Ley de Extranjería, que permite legalizar a aquellos extranjeros que denuncian a las redes de tráfico de personas.Este grupo de suramericanos explicó a la policía que un falso misionero de origen vasco y actualmente establecido en su país, en Guayaquil, les cobró 35.000 pesetas a cada uno a cambio de conseguirles trabajo en Sevilla.
En teoría, el empresario que debía contratarles les tenía que esperar en el aeropuerto de la capital andaluza, pero al llegar allí descubrieron que no existía.
La descripción que facilitaron a la policia permitió descubrir que el falso misionero es Faustino Cerrada, un español con antecedentes por estafa y varias ordenes de búsqueda y captura.
Los ecuatorianos se trasladaron entonces a Lleida porque se les dijo que podían encontrar trabajo en la recogida de fruta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 5 de agosto de 2000