- ¿Qué hay de bueno o de malo en usar gafas de sol? ¿Son verdaderamente necesarias? ¿Son convenientes? La realidad es que, desde un punto de vista médico, utilizarlas o no, es irrelevante. - ¿Qué hacer? Salvo que el oftalmólogo las prescriba, lógicamente a causa de una alteración ocular (conjuntivitis, cataratas, etcétera), son absolutamente innecesarias. Es más, pueden llegar a ser perjudiciales para el ojo y provocar una pérdida de visión. Lo que comienza siendo sólo una cuestión de hábito y modas, puede acabar en un grave problema. Porque, además, si su uso es continuado, el iris se acostumbra a ellas y, luego, cuando se quitan, ya no soporta la luz. El resultado es que, de hecho, se crea una dependencia.
- Los remedios. A los ojos claros les molesta más la luz que a los oscuros. Pero, si se padece astigmatismo, da lo mismo el color que tengan, porque, unas gafas de sol, sobre todo si son de mala calidad, pueden agravar la enfermedad. Desde luego, todas no sirven. Los médicos recomiendan comprarlas en las ópticas, con todas las garantías; y huir de aquellas que se venden en los puestos callejeros. Si son malas, lo primero que provocan es dolor de cabeza. Y, ¡ojo!; a los niños nada de gafas... de sol, claro.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 12 de agosto de 2000