Hace mucho tiempo escribí sobre la necesidad de tendederos en las viviendas y lo sigo reivindicando exactamente igual. Hace pocos días vi a una pareja joven colocando una celosía en forma de casita verde en un rincón de la terraza para tapar la ropa tendida. La civilización es cada vez más exigente y los vecinos no toleran la colada colgando en el patio interior, así que quite usted cada día la casita y vuélvala a poner. Y eso que la pareja tenía suerte de tener piso y de tener terraza que, además, como era circular, no la podía aprovechar para agrandar el salón. Porque eso es otra cuestión: en cuanto se puede se le pone una cristalera para incorporarla a la vivienda. Total, para poner unas macetas, que es lo que cabe, es suficiente un balcón que ocupa menos y no se puede aprovechar.Los arquitectos protestan contra esa avidez de espacio porque se desvirtúa la estética de la fachada, pero eso no va a ser nada comparado con lo que se les puede venir encima como se ponga de moda poner en práctica el feng-shui, esa filosofía oriental, según he leído en este diario, que estudia la colocación de los muebles pensando en su orientación.
Cuando a los americanos les dio por meterse debajo de una pirámide de papel para captar bioenergía se hablaba también sobre los beneficios de dormir con la cabeza hacia el Norte y los pies hacia el Sur, posición que favorecía el sueño y el descanso; pero la dificultad de encajar las camas con el armario, la ventana y la puerta nos hizo desistir a muchos. La novedad ahora es que los muebles orientados al Norte fomentan la creatividad y los orientados al Sur las relaciones sociales, o sea que no nos sirven las paredes tal como las tenemos, ni las de las casas ni las de las oficinas. Las mesas de trabajo y las cocinas deberían estas todas mirando al Norte y los tresillos mirando al Sur. Puede complicar bastante el diseño de los edificios. Si yo fuera arquitecta le daría vueltas al tema, que a lo mejor lo merece, pero, de momento, lo primero que haría sería poner siempre tendederos en lugar de terrazas, que no creo que ocupen más espacio, y un buen aislamiento entre piso y piso, que también hace mucha falta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de agosto de 2000