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Tribuna:Generación nómadaDesde antes

Miradas ancianas José María Mendiluce

Cuando trabajas con refugiados y vas de crisis en crisis, necesitas poco tiempo para comprender que todas se parecen en causas y consecuencias. Aprendes qué poco importan las víctimas a sus perseguidores, pero también, demasiadas veces, a los que se supone que las defienden. Provocar muertos y desolación suele ser el objetivo de casi todos los barbudos, pero exhibirlos sin pudor para ganar simpatías o poder puede convertirse en arma de los que se presentan como líderes de los perseguidos.Ve uno muchas miradas desesperadas, muchos rostros demacrados, mucha angustia reflejada en muecas de dolor y de un frío profundo, que no es sólo consecuencia de la temperatura. Muchas lágrimas de desesperación, de miedo, de tristeza. Y el sonido de los llantos acompaña al ruido de las armas y al de la destrucción. Me costó algún tiempo percibir que el dolor más incurable lo reflejan las miradas de los ancianos. Sin tiempo para recomponer sus vidas, han dejado atrás todo lo que tuvieron, todo lo que fueron y saben que para ellos, viudas, abuelos, madres, no suele haber camino de retorno. O quedan abandonados en sus casas, cuando la fuga se impone, en todo su desorden y en sus prioridades. Víctimas fáciles del odio ciego.

Y semanas o meses después de las crisis, cuando los niños ya juegan en los campamentos, las miradas de los ancianos supervivientes nos recuerdan lo imborrable de la tragedia vivida, nos expresan mejor que nada ni nadie lo irreversible del dolor sembrado. Rotas sus vidas para siempre, sobreviven en un silencio de denuncia inapelable.

José María Mendiluce es eurodiputado y fue enviado especial del ACNUR en los Balcanes en diciembre de 1991.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 17 de agosto de 2000