Tirón

No hay duda de que a estas alturas el charneguismo es una estética perfectamente articulada, algo así como una versión autóctona barcelonesa y orgullosamente hortera de la picaresca, que ha inspirado a gente desde Marsé o Bigas Luna hasta las crónicas de Guillem Martínez. Súmese a esto la canallesca del Chino en los ochenta, con su épica yonkarra a lo Makoki, y uno tendrá una idea certera del universo en que se desarrolla esta novela. En sus páginas se dan cita pipas, polis, camellos, travelos, putas y, en medio de la trama, un genuino tirón arrabalero, bella forma de relación social prácticamente extinta pero todavía apta como metáfora sociopolítica. Más allá de su trama, un thriller denso y cinematográfico, donde uno encuentra rastros desde Bukowski hasta el bolero y el cómic, pasando por la novela negra barcelonesa, Tirón es una estimulante recreación del Raval barcelonés, un mundo decadente y descaradamente literario que durante décadas permaneció en inexpugnable rebeldía, hasta que alguien decidió convertir los barrios portuarios de Barcelona en una sucursal de Lloret de Mar. JAVIER CALVO

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 19 de agosto de 2000