Los clubes de fútbol se están comportando como sus peores hinchas al rechazar la decisión del árbitro y luchar contra la prohibición de los pagos de traspasos de futbolistas. Pero el partido ha terminado y la FIFA ya ha abandonado el campo. El árbitro, Mario Monti, comisario europeo de la Competencia, tiene aún que acordar una serie de reglas con la FIFA. Es adecuada la preocupación de la UE por este problema, porque las cifras de los traspasos son una barrera para que los jugadores encuentren otro club que les contrate, evitando la libre circulación de jugadores en el seno de la UE. Debe ser prohibido. (...) El principal efecto será la redistribución de dinero extra desde los clubes a sus jugadores, por lo que se producirá un aumento de sus sueldos, pero no se convertirán en profesionales liberales, como dicen los clubes. Si éstos quieren retener a sus mejores jugadores, tendrán que ser más imaginativos a la hora de hacer contratos. (...) Hay problemas formidables para hacer esta transición, porque la UE y las autoridades futbolísticas deben permitir que los contratos en vigor sigan hasta su finalización. Un problema parecido se vivió antes de la Segunda Guerra Mundial entre los estudios cinematográficos y los actores, ligados por contratos de larga duración. Cambiada la forma de relación entre ellos, no se paró la producción. El mundo del fútbol debe pensar con imaginación sobre estos problemas desde una perspectiva paneuropea. (...) Ha sido un buen comienzo. La UE ha pitado la falta, y ahora debe dejar seguir el juego.Londres, 4 de septiembre
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 5 de septiembre de 2000