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Crítica:BIENAL FLAMENCO

Manolete y El Güito, modelos del baile de hombre

Las alegrías son de Manolete, las soleares de El Güito, la farruca de los dos, y de los dos es el mejor baile de hombre que hoy puede verse en los escenarios.En el contexto de un espectáculo modesto, Sólo Flamenco, el arte de El Güito y Manolete se despega de todo lo demás y crece con entidad absolutamente propia. Es, seguramente, el baile flamenco de hombre más auténtico que hoy puede verse aún, pues ellos dos han constituido como una trinchera más allá de la cual los inventores de extrañas novedades no tienen nada que hacer.

Ellos sí, ellos conservan como reliquia intocable -pero no carente de vida- el baile de hombre que se hacía en los tiempos de esplendor de este arte. Los dos sienten el baile, se recrean en él y jamás recurren al zapateado desaforado que ha impuesto su ley barriendo despiadadamente casi todo lo demás.

Quedan afortunadamente, todavía, gentes como estos bailaores que entienden el valor de lo clásico y quieren mantenerlo a ultranza libre de contaminaciones espurias. Su filosofía al respecto la expresan con una claridad meridiana, en sus palabras y en su baile: "Lo que queremos es bailar bien, nada más".

Bailan bien, bailan excepcionalmente bien. Con sobriedad, escuchando el cante y las guitarras, con ese señorío que hoy vemos raramente y que, sin embargo, tendría que ser lo primero que se enseñe en las academias. Porque por mucho que evolucione el baile flamenco -que debe evolucionar, sin duda- lo que hacen El Güito y Manolete es sagrado.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 11 de septiembre de 2000