El domingo 17 de septiembre marca un hito feliz en la historia peruana. La alegría desborda; la esperanza, también. Fujimori renuncia (¡por fin!), anuncia nuevas elecciones y millones de peruanos salen en este momento a las calles para celebrar este cielo despejado. El júbilo se extiende a cada país que acoge a los dos millones de peruanos que vivimos en el exterior y a todos los amantes de la justicia, la democracia y los derechos humanos.Pero más allá de este momento de gracia, llamadas sean todas las luces, todos los vientos de cordura para que las alternativas políticas que salgan a relucir ahora coloquen en primer lugar a Perú y esquiven cualquier interés personalista o sectario a favor de la unidad nacional por el cambio. Hoy, más que nunca, Perú requiere de una labor equilibrada, democrática y conjunta para la reconstrucción nacional.
Por ello, saludo al naciente Frente Nacional de Unidad por la Democracia (FNUD), que, agrupando a independientes y a partidos de oposición antaño irreconciliables, se congrega hoy con el objetivo de rescatar a nuestro querido Perú. El primer objetivo está parido: el dictador ha renunciado y anuncia elecciones. El trabajo más arduo, y el que tendrá que ser más ingenioso y solidario, viene ahora: construir un proyecto nacional eficaz, sostenible porque esté cargado de justicia económica y social. Si desperdiciamos esta ocasión, la sombra de la tiranía se hallará en constante acecho. ¡Salud, pues, Perú! ¡Y salud a la lucidez y a la democracia!- Karina Pacheco Medrano. Madrid.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de septiembre de 2000