Michael Johson decidió taparse en la semifinal de 400 metros. Por una vez, consintió que alguien le superara: su compañero Alvin Harrison, que está en condiciones de bajar de 44 segundos, lo que supondría algo parecido a una amenaza.Johnson es un sabio cuando se trata de examinar las respuestas de su cuerpo. Con 33 años, es cualquier cosa menos un aprendiz. Ha llegado a Sydney para conquistar su segundo título olímpico en esa distancia y a un punto de su carrera en el que sólo se permite excesos cuando llegan las grandes citas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 25 de septiembre de 2000