El motivo de esta carta es el de denunciar la situación de abandono en que se encuentra gran parte del patrimonio de la capital gaditana. Parece impresentable que, a pocas horas para entrar en el año 2001, cuando casi compramos en euros, uno pasee por una de las ciudades más bellas de Andalucía y quede estupefacto al comprobar cómo está la Casa del Obispo y sus alrededores, el Teatro Romano, parte del Pópulo, la Plaza de la Candelaria y un desgraciadamente largo etcétera. No estamos hablando de elementos de interés local, sino de patrimonio que pertenece a todos los ciudadanos del mundo. Es, sin duda, deber de las autoridades y ciudadanos el conservar el patrimonio para legarlo a posteriores generaciones, pero también es derecho de los ciudadanos el disfrutar de su ciudad.Aprovechar el patrimonio como motor de desarrollo debe ser tarea principal para las autoridades locales.
Sin duda habrá (y de hecho existen) iniciativas dirigidas a subsanar esta dejadez, por lo que debemos insistir en la puesta en marcha de éstas y sin que se queden sólo en proyectos publicitarios de tal o cual partido o institución para que como decía la chirigota el Non Plus Ultra se traduzca por "Después de Caí no hay ná".- José Joaquín González Rodríguez. Cádiz.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de septiembre de 2000