Son las diez de la mañana del día 22 (la hora H del día D) y es el momento para que comience "el día sin coches" en Madrid. Mi ubicación es privilegiada, trabajo en la calle de Alcalá, entre la plaza de Cibeles y la Puerta del Sol, y me asomo a la ventana para contemplar el evento. Pero, para mi sorpresa, me encuentro la calle repleta de coches que no paran de ir y venir, pero hay algo especial en ellos y diferente a otros días: son iguales, blancos con una franja roja, es decir, son taxis, y no algunos, sino un verdadero aluvión, como si se hubiesen puesto de acuerdo para salir a trabajar al mismo lugar, a sabiendas de que el acceso a determinados barrios importantes de la capital (Salamanca, Moncloa, Centro) era imposible en coche particular. Son las doce de mediodía y el panorama no cambia. Pero ¿de verdad hay tantos taxis en Madrid o, por el contrario, están todos trabajando en la misma zona? Y eso que sólo contemplo una mínima parte de uno de los barrios cerrados al tráfico particular.Son las dos de la tarde y termina el mal llamado "día sin coches", ya que lo correcto habría sido llamarlo "un día con taxis".- Juan Carbajo García.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 29 de septiembre de 2000