En días de fiesta, como el de ayer, los bancos del centro de San Sebastián se cotizan al precio de un potosí. Arrecie tímida la lluvia o luzca rácano el sol, que de todo hubo el día del Pilar, nadie quiere perder su asiento en el incomparable marco del Boulevard.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de octubre de 2000