Las sectas religiosas cristianas, que en Brasil son muy poderosas y ricas y que cuentan con numerosos diputados y senadores, se están adueñando de los cines de las grandes ciudades, que se quedan vacíos por la competencia de los multicines de los grandes supermercados, para convertirlos en templos. A los brasileños, amantes del cine, les da un cierto repeluzno, por ejemplo, pasar en Brasilia delante del que fue el cine con la pantalla más grande quizá del mundo (12 metros por 6), el famoso cine Karin, y ver ahora lucir "Igreja Renascer en Cristo". O sea, que de la pantalla al altar. Marcos Nabut, propietario del cine que había albergado el Festival de Cine de Brasilia, afirma que luchó en vano tres años para que el local no se convirtiera en iglesia protestante, pero que al final no pudo hacer frente a la competencia de los supermercados. Los seguidores de estas iglesias están felices. En Brasilia, el Karin es ya el cuarto cine convertido en templo y lo mismo está ocurriendo en Río y São Paulo. El obispo evangélico José Luiz, responsable de la Iglesia Renascer, dice eufórico: "Esos cines son estupendos para iglesias por su tamaño y su magnífica ubicación en las ciudades". Y piensa, además, que siempre es mejor para "las almas" una buena misa que una buena película. Cuestión de gustos, claro.-JUAN ARIAS,
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 17 de octubre de 2000