Las playas de Sueca, que totalizan ocho kilómetros de longitud, acumulan desde ayer más de 1.000 toneladas de basura, según el alcalde Alfred Guillem. Son restos vomitados por el mar y que ofrecen una panorámica dantesca de esta parte de la costa de la Ribera Baixa. Árboles enteros, ramas, cañas, botellas, plásticos y trozos de enseres domésticos fueron trasportados hacia el Mediterráneo por las aguas desbocadas de barrancos y ríos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 27 de octubre de 2000