Olvídense de los millones de votos que Al Gore y George W. Bush van a conseguir el martes en las elecciones presidenciales. Lo que importa es que alcancen el número mágico de 270, o la mitad más uno de los 538 electores que componen el Colegio Electoral, una institución creada por los Padres Fundadores en los primeros tiempos de la República, para evitar que los Estados más populosos impusieran sus candidatos presidenciales a los más pequeños en unos tiempos donde no existían ni partidos políticos, ni medios de comunicación de masas y los 13 Estados primitivos, que acababan de sublevarse contra la Corona británica, eran tremendamente celosos de sus prerrogativas estatales y albergaban una desconfianza innata hacia cualquier poder central.Esa es la razón por la que las elecciones presidenciales estadounidenses se realizan por votación indirecta y no directa y por la que, en una ocasión, en 1888, el aspirante republicano, Benjamín Harrison, derrotó al titular, Grover Cleveland, al adjudicarse la mayoría del Colegio Electoral, a pesar de tener 100.000 votos populares menos. Una posibilidad que, aunque remota, podría repetirse el martes.
Con la excepción de Maine y Nebraska, que optan por el sistema proporcional para designar a sus electores, cada uno de los restantes 48 Estados, más el Distrito de Columbia, sede de la capital federal, tiene asignado un número de electores proporcional a su representación en las dos Cámaras del Congreso, es decir, un número fijo de dos, que corresponden al número de senadores por Estado, y el resto de acuerdo con el número de habitantes reflejado en el último censo. California y Nueva York son las joyas de la Corona con 54 y 33 votos electorales, respectivamente, mientras que a los Estados con menor población se les asigna el número mínimo de tres. Alaska, las Dakotas, Vermont, Delaware y el Distrito de Columbia son un ejemplo.
Los votos del Estado
Llegado el momento de depositar el voto en el colegio electoral, el ciudadano se encuentra con una papeleta en la que, en la columna de la izquierda, figuran dos bloques con la inscripción Electores por y a continuación, a la derecha, las diferentes candidaturas. El elector debe marcar con una equis la columna de su preferencia. Los miembros del Colegio Electoral se reúnen en las capitales de sus respectivos Estados el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre, -este año, el 18 de ese mes-, para proceder a su votación particular. Los votos electorales de cada Estado son asignados a la candidatura que logra la mayoría absoluta del voto popular, es decir que si en un Estado han votado 100.000 personas, la candidatura que obtiene 50.001 votos se adjudica todos los votos electorales de ese territorio.Se pretende, en palabras del comentarista George Will, fortalecer el bipartidismo y eliminar a las pequeñas formaciones que, en caso de resultados apretados y con un sistema proporcional a la europea, "convertirían la elección en una subasta para vender su apoyo". En España, se han visto ejemplos recientes de esas subastas. El último recuento de votos electorales facilitado ayer por Reuters daba el siguiente resultado: Bush, 217 votos, Gore, 215, indecisos, 106. Un final no apto para cardíacos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 3 de noviembre de 2000