Es curioso observar la hipocresía de una sociedad que abre y cierra puertas según criterios que no sólo son subjetivos, sino que están basados exclusivamente en factores económicos o de oportunidad. Claro que podíamos ir más allá y decir que están basados simplemente en criterios racistas o xenófobos. Pero no, aquí no somos así. Somos tolerantes, abiertos, sabemos lo que es el sufrimiento, sabemos lo que es vivir bajo el yugo de dictaduras, hambrunas y demás miserias, que nos obligaron a emigrar en busca de la suerte que se nos había negado. Y entonces, si somos así, ¿quiénes son aquellos que se manifiestan en contra de negros, moros y demás que vienen flotando desde el África? No es necesario contestar, todos lo sabemos: son aquellos que lo han tenido todo, que nunca pasaron hambre y que siempre tenían el bolsillo lleno. Son aquellos que tienen miedo de perder lo que tienen. Y son ellos los que inculcan odio y violencia, avaricia y envidia.
Pero no son los únicos, no nos engañemos; muchos olvidan con facilidad, muchos se acostumbran al bienestar y niegan que ayer eran ellos los que pedían, los que suplicaban un pedacito de fortuna. Y ahora, cuando la marea es favorable, se olvidan de los que van a la deriva. Lástima que los ahogados sean los de siempre.- Samuel Toledano Buendía. Santa Cruz de Tenerife.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 12 de noviembre de 2000