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CARTAS AL DIRECTOR

Alertamos

Alertamos sobre un hecho en el que hemos sido perjudicadas por la Administración municipal. La Junta de Chamartín ha ignorado nuestra experiencia como profesoras de clases complementarias en los colegios públicos para concedérselas a una empresa cuyo mérito consiste en haber reducido considerablemente el presupuesto. El nuevo equipo responsable del área educativa del distrito decidió, a finales del pasado curso, "abordar seriamente" su recién estrenada responsabilidad.Desde hace 14 años, la Junta Municipal venía impartiendo en los colegios públicos de Chamartín clases complementarias dentro del horario lectivo, a plena satisfacción de todos los integrantes de la comunidad escolar. Desde el curso académico 1988-1989 hemos venido realizando dicho servicio, contratadas por esta junta municipal como profesionales autónomos. El nuevo equipo decidió obviar esos contratos y plantear un concurso, rebajando la dotación económica. Nos constituimos en empresa para conservar nuestro puesto de trabajo, mejorando la propuesta técnica expuesta en el pliego de condiciones y nos ajustamos al presupuesto. La empresa seleccionada ha sido la que planteaba la propuesta económica más exigua.

Posteriormente, dicha empresa nos llamó para absorbernos como profesionales con unos planteamientos salariales y pedagógicos que consideramos inaceptables. Creemos que el equipo responsable de la selección ha atendido exclusivamente al abaratamiento de costes, ignorando una experiencia, la nuestra, que avalan las cartas enviadas al concejal por los responsables de la comunidad escolar afectada.

Preguntamos: ¿Por qué se ha privilegiado a esta empresa que simplemente ejerce de intermediaria entre la Administración y los enseñantes? ¿Cómo se puede garantizar la calidad de la enseñanza dando prioridad a criterios de ahorro de dinero y no a los pedagógicos?

Frente a su discurso a favor del empleo estable, la Administración está contribuyendo a fomentar situaciones laborales precarias, reduciendo presupuestos en una tarea educativa en la que el ahorro no se debería cuantificar con los mismos criterios que si se tratara de la construcción de un túnel. O quizá pretendan, a través de la educación y el trabajo, devolvernos en el túnel del tiempo a la Edad Media y la esclavitud.- .

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 17 de noviembre de 2000