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GENTE

PUTIN, A FLOR DE PIEL

Dicen que, a finales de los años treinta, los delincuentes comunes se tatuaban retratos de Lenin o Stalin en la confianza de que el respeto a los venerados y temidos líderes soviéticos podría salvarles un día de las balas de un pelotón de fusilamiento, aunque el tiro en la nunca era un procedimiento de ejecución más frecuente. No parece que sea una consideración tan siniestra la que, en los albores del siglo XXI, ha llevado a un joven de 24 años a tatuarse en el brazo derecho la imagen del actual presidente ruso, Vladímir Putin, tal y como aparece en una fotografía de su libro En primera persona. Se llama Alexéi y, aunque no quiere dar su apellido, no ha puesto obstáculos a salir en la primera página del diario Komsomolskaya Pravda. El proceso le puso siete horas a merced de la aguja, pero mereció la pena: octuvo el premio especial al patriotismo de un concurso internacional de tatuaje celebrado en San Petersburgo, la patria chica del líder del Kremlin. Alexéi, que tiene buena parte de su cuerpo adornado con tatuajes florales, justifica su decisión en que "Putin es ya parte de la historia de Rusia" y en que le considera "un hombre normal y correcto". Para él, eso es muy importante, ya que, señala, el tatuaje influye en quien lo lleva. "Conozco a quien se tatuó a Hitler y ahora se arrepiente", dice, "pero eso no me pasará a mí".-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 22 de noviembre de 2000