ArteSonado hipnotiza por la capacidad de sugerencia desde la síntesis poética. Fátima Miranda ha estudiado con la cantante japonesa Yumi Nara, el canto difónico mongol con Tran Quang Haï y el canto Dhrupad del norte de la India con miembros de la familia Dagar. A ello hay que añadir su conocimiento del belcanto y su experiencia en la poesía fonética y en todo lo que tenga algo que ver con el cuerpo como emisor privilegiado de sonido. La combinación de técnicas y recursos expresivos de las voces de Miranda invita, de inmediato, a un viaje al fondo de la voz, en una fusión sutil y profunda de estéticas orientales y occidentales, y en una, digámoslo así, fusión con el Cosmos, que atrapa con una fuerza magnética irresistible, por la insólita combinación entre lo popular y lo culto, la invención y la tradición, los sonidos de la naturaleza y el eventual sentido del humor.Todo está controlado y justamente dosificado: el desasosiego en la pieza que lleva ese nombre; la intimidad en Diapasión; el humor delirante en Esto es de lo que no tiene nombre. Teatralmente, la propuesta artística de Fernando Renjifo va como anillo al dedo a las intenciones de la cantante-actriz: un tenderete de sábanas y ropa tendida; unas proyecciones con derviches que giran, caligrafía oriental, alambradas, gente que corre, el mar, un barco. Nunca abruma, porque el protagonismo fundamental está en la voz y sus transformaciones, en el diálogo de los ecos y las particulares polifonías. La melancolía de la sugerencia tiende un puente de complicidad a la integración entre lo visual, lo musical y lo poético. El fuego es interior. La voz de Fátima Miranda ejerce de guía transgresora y liberadora.
ArteSonado
Concierto performance para las voces de Fátima Miranda. Dirección y espacio escénico: Fernando Renjifo. Festival de Otoño, Círculo de Bellas Artes, 23 de noviembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de noviembre de 2000