Veinte de noviembre, son las 20.45. Mi hijo (28 años), que vive por el centro de Valencia, al volver del trabajo, se para a sacar dinero del cajero en la calle de Navellos. Oye tumulto, ve pasar gente corriendo, la policía detrás. Recoge su dinero, se sube a la bici, y se da cuenta que hay gente saliendo de la iglesia de San Lorenzo, algunos con el brazo en alto y gritando "Viva Franco". Estupefacto se para y pregunta "¿qué pasa?". Y a continuación se le abalanzan cuatro o cinco jóvenes cachorros armados de palos, y le propinan una magistral paliza. Sólo tuvo tiempo de echarse al suelo. La policía, preocupada en perseguir anti-fascistas, no hace nada. Aturdido, acude a casa de su novia, que le acompaña a La Fe para un reconocimiento (gracias a Dios, sólo se le aprecian contusiones y un golpe en la cabeza). En la comisaría del distrito de Catedral presenta una denuncia. Al día siguiente, las noticias de los periódicos hablan de la celebración de una misa en honor a Franco en la Iglesia de San Lorenzo, en la que hubo ausencia total de incidentes. Sin más comentarios.- María José Ramos.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de noviembre de 2000