Muy molesto con el Nuevo Laborismo de Tony Blair por el retraso en la concesión de su título de caballero por motivos políticos, el actor escocés Sean Connery ha vuelto a torcer el gesto. La razón es ahora una nueva ley ratificada por el Parlamento y que prohíbe a los ciudadanos británicos que no residan en el Reino Unido hacer donativos a los partidos políticos. Y Connery, ferviente seguidor del independentista Partido Nacional Escocés (SNP), vive oficialmente en las Bahamas. "Una afiliación que no me reporta beneficios, pero de la que me siento orgulloso", ha dicho. El artista, considerado aún como el mejor James Bond del celuloide, no comprende por qué las excepciones de la nueva norma que le impide seguir engrosando las arcas de su partido favorito permiten que cualquier británico apoye en lo financiero a las agrupaciones políticas de Irlanda del Norte. "Algunas de éstas mantienen un dudoso compromiso con la paz", añade el actor. Mientras medita sobre el asunto, su paisana Susan Brown, la reverenda que casará el próximo viernes a la cantante Madonna con el cineasta Guy Ritchie en Escocia, ha decidido ya su regalo de boda: dos rollos de papel higiénico, símbolo de lo fuerte y duradero que debería ser un matrimonio.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 18 de diciembre de 2000