Anoche un grupo de chicos y chicas muy jóvenes, de unos ocho a doce años, se presentó en mi casa para pedir el aguinaldo navideño, cantando para ello un villancico tradicional, con pastores, campanas y estrellas. Mientras les daba la propina que se habían ganado limpiamente, les pregunté de dónde venían. Entre risas y codazos, me contestaron: yo vengo de Perú; yo, de Marruecos; yo soy español; nosotros somos dominicanos... Luego se fueron tan contentos, festejando la Navidad a toda voz conforme a las costumbres de su nueva patria.He tenido la sensación de atisbar un retazo de nuestro futuro como pueblo, y me ha gustado.- . .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de diciembre de 2000