La familia Chillida ha visto superadas con mucho las expectativas puestas en el Chillidaleku, el museo que muestra en Hernani la colección privada de Eduardo, su patriarca, uno de los escultores vascos más universales. Aproximadamente 20.000 personas han visitado las instalaciones inauguradas por los Reyes hace poco más de tres meses en el caserío Zabalaga, en un acto en el que participaron el presidente del Gobierno, José María Aznar, el canciller alemán, Gerhard Schroder, y el lehendakari, Juan José Ibarretxe.Los datos, ofrecidos ayer por Luis Chillida, director del museo e hijo del creador de El peine del viento, muestran el espaldarazo del público a una de las ofertas culturales de referencia del País Vasco. Pero genera también algún desequilibrio que tratará de corregirse en un futuro. "La afluencia masiva de visitantes ha superado todas nuestras previsiones", dijo el responsable del museo. "El pasado puente de la Constitución hubo avalanchas de gente. Y ahora trabajamos intensamente para poder atender mejor al público en el futuro", señaló. Durante aquellos cinco días -entre el 6 y el 10 de diciembre- el museo recibió la visita de unas 4.000 personas, más de la mitad de la media de todo un mes. El público tuvo que hacer cola y sufrir pacientemente esperas prolongadas para acceder al interior de Zabalaga, un caserón reconstruido que muestra un centena de obras de pequeño formato, dibujos y grabados que sintetizan más de medio siglo de trabajo de Eduardo Chillida.
El museo, que se abrió al público el pasado 27 de septiembre, 11 días después de su inauguración oficial, está situado en un marco natural idílico de 12 hectáreas, por donde se reparten 45 esculturas de gran tamaño. Por el momento, de las 20.000 personas que han recorrido el Chillidaleku, sólo un 15% son guipuzcoanos; un 50% procedente del resto del País Vasco y un 20% de Madrid, Barcelona y sobre todo de provincias limítrofes o cercanas a Euskadi. El 15 % restante corresponde, según los cálculos de Luis Chillida, a extranjeros.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de diciembre de 2000