Estudio de H. Mattison, 1926.
He aquí una pequeña obra de arte. Aparentemente, las blancas, con un jaque a la descubierta a disposición, deben ganar una de las piezas negras, y con ella, la partida; pero la realidad de las cosas dista de ser tan sencilla. La solución se basa en una idea profundamente oculta, cuya prístina cristalización dignifica el estudio y le confiere vuelo artístico. La primera jugada es 1 Cb3 j. (doble), única que logra la victoria. Cualquier otro salto permitiría defensas tales como 1... Ab5 o 1... c5. Después de la del texto, el rey tiene una sola retirada fuerte, que es 1... Ra4!, por razones que se verán de inmediato. A la evidente 2 Cd4, que ataca dos piezas y parece ganar una, las negras disponen del recurso 2... Ag4!, mucho menos precario de lo que parece. Obsérvese que si el rey negro estuviese en cualquier otra de las casillas a las que podía haber ido después del jaque inicial, la torre blanca se retiraría con jaque, ganando. En cambio, ahora si 3 Tf4, Tc4! / 4 T - g5, c5 y las negras se salvan. La jugada correcta es 3 Tg5!, ya que a la forzada 3... Tc4, con la misma idea, las blancas intercalan 4 Rd3, Tb4 y cambian de tercio con la inesperada 5 Tg8!, que amenaza mate en a8. Aparentemente, todo ha concluido, pues si el rey negro juega cae en un doble de caballo, y si la torre se retira, cae el alfil de g4; empero, aún dispone la defensa de un recurso: 5... Tb2!, ya que si 6 T - g4, T - f2 y tablas teóricas. Pero el blanco aplica ahora la oculta idea que estaba buscando desde el inicio de su combinación: 6 Ta8 j., Rb4 / 7 Tb8 j., Ra3 / 8 Cc2 j., Ra2 / 9 Ta8 j., Rb3 (o 9... Rb1 / 10 Ta1 mate) / 10 Ta3 mate. Lo dicho; una pequeña obra de arte.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 6 de enero de 2001