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OPINIÓN DEL LECTOR

Varas de medir

Viernes 5 de enero, calle del Hospital de Valencia. Cientos de personas se dirigen hacia el centro donde en breve comenzará la Cabalgata de Reyes. En la cara de los más pequeños se refleja la ilusión con que viven esta noche mágica, en la de sus padres, también. Todo el mundo es feliz. Bueno, todos no, al girar la esquina una pareja de la Policía Local se dispone a retirar la mercancía a dos jóvenes peruanas. Su delito no es otro que intentar vender en la calle, sin la licencia municipal pertinente, unas cuantas bufandas, ponchos y gorros de lana. En la cara de las dos chicas no hay atisbo de ilusión, en la de sus hijos mucho menos. No entienden qué pasa, no pueden hacer nada.

Sin duda, los agentes no son sino transmisores de unas normas que demasiadas veces sólo son inflexibles con los marginados. Sin duda, los dos guardianes no serán tan celosos en el cumplimiento de su deber cuando los coches abarroten cualquier zona de ocio en el Carmen, Juan Llorens o Cánovas. Seguro que ignoran los cientos de luminosos que incumplen la normativa. Pero estas dos jóvenes, no. No pueden pasar por alto su infamia. Las leyes están para cumplirlas. Ah, eso sí, en el balcón del Consistorio la alcaldesa recibirá a los Reyes Magos ante la atenta mirada de las cámaras. Es Navidad y hay que vender imagen. Después nos rasgaremos las vestiduras cuando una furgoneta llena de inmigrantes sea arrollada por un tren. Pero como les ha pasado a las dos peruanas, será demasiado tarde.-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 7 de enero de 2001