No me han asombrado los porcentajes del 5,5% y 7,4% de gente que el mes anterior fue al teatro o a un concierto de música clásica. El problema no es que sean bajos, sino que quienes asistan sean en gran mayoría personas acomodadas y de tercera edad (normalmente, las dos cosas juntas). Sólo hace falta asistir a uno de estos eventos para comprobarlo. El precio excesivo de las entradas (suelen rondar las 2.000 pesetas la entrada más barata; el carnet de estudiante pocas veces te descuenta) impide que los jóvenes estudiantes puedan permitirse el lujo de acudir con asiduidad al teatro o al Auditorio. ¿Y encima nos encontramos con una campaña que anima a 'descubrir el teatro'? Pero ¡qué vamos a descubrir, si sólo podemos permitirnos la compra de una o dos entradas, como mucho, al mes! Y las más de las veces, para ver una obra que ya hemos visto y nos ha gustado. Porque es arriesgarse ir a ver una obra que no conoces.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 10 de enero de 2001