Es una vieja historia. En un humilde patio andaluz, varios vecinos fantasean sobre lo que harían si les tocase la lotería. Ante las modestas pretensiones de sus paisanos (cambiar la nevera, pagar unas letras...), uno de ellos tercia: 'Es que sois pobres hasta pa pedir'. Como los contertulios de la historia se han comportado las fuerzas vivas de Valencia tras el pacto de los presidentes valenciano, murciano, madrileño y castellano-machego con el ministro de Fomento sobre los trazados del tren de alta velocidad. Un pacto que consistió, en esencia, en garantizar a José Bono que el AVE llegará primero a Albacete ('ninguno de los tramos entrará en servicio antes que los que afectan a esa ciudad'). En la poco alentadora perspectiva de financiación del proyecto ferroviario y con un calendario azaroso como la lotería, desmoraliza que la tercera capital de España, con la alcaldesa a la cabeza y Zaplana de vendedor, ponga en marcha la rueda de la fantasía sin atender al amor propio más elemental. Sólo los socialistas valencianos, implícitamente, han dado a entender que su correligionario castellano-manchego no debió salirse con la suya y el PSC sugirió que, a lo mejor, Valencia debería estar conectada primero en alta velocidad con Barcelona. En fin, pobres pa pedir... y ricos para gastar, que no es otra la alquimia de la era popular. ¿Por qué, si no, trataba de probar el martes en estas páginas una directora general que la cultura sólo es cara 'si alguien busca recoger sus frutos con inmediatez'? Me pareció entender que, aunque la critiquemos, continuará gastando sin contemplaciones para que el 'abigarrado bosque cultural' que ha creado el PP siga estando 'lleno de oportunidades'. Oscar Wilde le habría desaconsejado dar tantas explicaciones. Como escribió una vez, horrorizado ante las mediocres tergiversaciones de los políticos de su tiempo: 'Después de todo, ¿qué es una buena mentira? Simplemente la que se prueba a sí misma. Si alguien carece tanto de imaginación como para apoyar una mentira con pruebas, más le vale decir sin tapujos la verdad'.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 15 de enero de 2001