En medio de la tormenta provocada por el inminente ascenso de Artur Mas como conseller en cap (jefe del Gobierno), el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, tuvo el pasado domingo un gesto inédito: se entrevistó durante dos horas en el Palau de la Generalitat con el presidente del Partido Popular de Cataluña, Alberto Fernández Díaz, y le adelantó los cambios que pensaba introducir en el Gobierno.
El gesto de Pujol pone de manifiesto la dependencia que su Gobierno tiene del PP en Cataluña. Nunca antes había adelantado la composición de un futuro Gobierno al líder del PP y, además, Pujol ha tratado tradicionalmente a Alberto Fernández con desdén, evitando en lo posible las entrevistas bilaterales y tratando de canalizar su relación con el PP exclusivamente a través de la dirección nacional.
En la reunión, Pujol pidió a Alberto Fernández que el PP no aprovechara la situación de crisis de gobierno para presionar al Ejecutivo. El PP, cuyos 12 diputados son imprescindibles para CiU en el Parlament, ha exigido a Pujol un mayor reconocimiento de su protagonismo, pero se ha comprometido a aplazar sus demandas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 18 de enero de 2001