Balaídos volvió a presenciar al mejor Mostovoi, y de su mano el Celta ofreció su versión más brillante, pero el lastre que arrastra el equipo de Víctor Fernández es mucho peso para el jugador ruso. Los vicios son demasiados en el grupo de Vigo, que ofreció a su afición un mejor fútbol. Sólo con eso, porque el Zaragoza explotó su endeble defensa y logró un empate que mantiene al Celta a tres puntos del descenso.
Balaídos despidió a su equipo entre aplausos porque sabe cuánto tiene de importante la rehabilitación de Mostovoi. Todos cuantos le rodean rinden a un nivel superior al que les corresponde cuando el capitán del equipo deja volar su imaginación, y entre ellos está Catanha. El hispano-brasileño anotó, que es cuanto se le pide, gracias a una genial ocurrencia del ruso, y dedicó el resto del partido a pelearse la expulsión. Su tarde fue mala, pero las estadísticas dicen que lleva nueve goles, lo que no es un mal registro.
El Zaragoza sólo llegó dos veces y anotó un gol. No hizo nada más en un partido protagonizado por los locales. El mensaje de tanta efectividad tiene mucho que ver con la defensa del Celta, un equipo partido en dos que regala lo que tanto le cuesta sumar. Un encuentro tan desigual se convirtió así en un reparto de puntos, en la décima jornada consecutiva en la que el equipo del Balaídos no logra ganar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de enero de 2001