La iniciativa Doméstico 00 de convertir un piso antiguo del centro de la ciudad en una galería de arte en toda regla parecía a primera vista una quimera; mucho más, producir allí eventos efímeros de interés en el terreno de la danza. La convocatoria ha sido espectacular, y un público deseoso de lo experimental y lo alternativo llenó pasillo, salón y otras estancias.
La bailarina italiana Gisella Speranza (con una sólida trayectoria que la hizo pasar por el entorno Graham en Norteamérica y la compañía francesa de la española Blanca Li) arma una secuencia de breves viñetas asfixiantes, algunas con humor, otras con desesperación, acompañada por las percusiones improvisadas de un partenaire tan imponente como siniestro.
Lo interesante es que la bailarina, con un físico excepcional, se integra motivada por los posibles argumentos de las instalaciones, alcanzando sus mejores momentos en las de Eugenio Ampudia, Elena Blasco y Laura Torrado. La instalación plástica se convertía en activa escenografía, estableciendo un maridaje estético nada ajeno al principio de las obras y de una danza que se apoya y existe a través de la interrelación entre lenguajes, soportes, medios y sistemas de representación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de enero de 2001