señor alcalde. Para ello han necesitado los patrioteros de HB realizar un trabajo intenso y cercano a la ingeniería, visible para todo viandante, incluida la Ertzaintza, la Policía Municipal y la Nacional (que no tiene competencias en estas cosas). Pero la dejación de la ley es de tal magnitud en Donosti que no extraña que las autoridades, en vez de impedir y denunciar, ayuden a montar ese decorado que da tanto calor a la fiesta y a la construcción nacional.
¿Y qué se va a hacer? Pues que sea lo que ETA o HB (no sé quién manda en quién) y Dios quieran, porque no hay esperanza de que el Ayuntamiento haga algo para valer la legalidad y recuperar una fiesta que hoy está adjudicada por la vía de los hechos en honor de los gudaris más sanguinarios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 22 de enero de 2001