El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, se dispone a dar un giro a la política exterior de Estados Unidos proponiendo el levantamiento de buena parte de las sanciones impuestas por Washington durante la década pasada. Los embargos comerciales y otro tipo de sanciones muestran, según afirmó Powell durante su comparecencia en el Senado para ser ratificado en el cargo de secretario de Estado, 'un grado de presunción y arrogancia que al fin y al cabo no sirven a nuestros intereses'. Y pidió al Congreso que 'contara hasta diez' antes de solicitar nuevas sanciones.
Actualmente, alrededor de 75 países de las 193 naciones del mundo son objeto de alguna clase de sanción por parte de Estados Unidos, que van desde motivos tan peregrinos como errores en el etiquetado de las latas de atún hasta razones como la violación de derechos humanos o narcotráfico.
En contraste, Naciones Unidas sólo respalda en estos momentos las sanciones a una docena de naciones. Otra de las ironías de la propuesta de Powell es que muchas de las sanciones fueron impulsadas por un Congreso dominado por los republicanos.
El levantamiento de sanciones será sin duda una buena noticia para el mundo de los negocios norteamericanos. USA Engage, un grupo que aglutina a más de 670 compañías, calcula que los embargos cuestan a Estados Unidos 19.000 millones de dólares anuales por exportaciones perdidas y priva a la economía de más de 200.000 empleos bien pagados. Casi la mitad de las 125 sanciones económicas impuestas por Estados Unidos desde la I Guerra Mundial se aprobaron entre 1993 y 1998, según un informe de USA Engage y la Asociación Nacional de Fabricantes.
La propuesta de Powell es bien vista por numerosos políticos, tanto republicanos como demócratas, conscientes de que las sanciones raramente logran su objetivo de cambiar el comportamiento del Gobierno del país castigado.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 24 de enero de 2001