Algunos acontecimientos recientes (caso del lino, trabajadores clandestinos en Murcia, resistencia al Plan Hidrológico...) ponen de manifiesto que es necesario abordar de una vez la cuestión de la agricultura en España, y más en concreto la intervención pública en el sector. ¿A quién se está favoreciendo? ¿Es correcto subvencionar un sector que necesita importar mano de obra en condiciones escandalosas? ¿Han olvidado ya los políticos la vieja aspiración a hacer desaparecer el peonaje agrario, el andaluz sin ir más lejos, que se consideraba inhumano, porque ahora ya no se trata de compatriotas? Lamento que la inmediatez del negocio de algunos se convierta en razón indiscutible de una actuación política a la que falta, precisamente, un poco de esa denostada globalización que tanta falta hace. Y lamento no encontrar en su periódico mayor amplitud de ideas que la del debate electoral. Gracias por su atención.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 25 de enero de 2001