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COLUMNA

Fitur

Estas siglas son como un reclamo al que nadie del sector turístico andaluz, empresarios, vividores, políticos, alcaldes y concejales escapan. La Feria Internacional de Turismo (Fitur) que empieza la semana próxima en Madrid es como un rico panel de miel en el que quedan atrapados los que quieren hacer lobby y pasillos, quienes buscan pavonearse o alargan el cuello para salir en la foto. Hay empresarios y algún político, pocos, es verdad, que van de buena fe, pensando en una cartera de negocio. Fitur no es la feria apropiada para cerrar contratos. Hay otras que sí lo son, como la de Berlín. Ésta de Madrid es la feria de las vanidades, de la imagen, de la pompa de jabón, de tirar la casa por la ventana, pero en la que hay que estar. Andalucía, con un maravilloso expositor, será la sensación, como todos los años. Pocas comunidades españolas son capaces de mostrar una oferta turística tan completa como nosotros. Lo que nadie podrá evitar será la locura de quienes, sobre todo periodistas y políticos, deberán multiplicarse para estar como dios en todas partes. Hacer moqueta será el deporte al que casi nadie escapa.

Y hay que estar porque, como ha dicho el consejero de Turismo, José Hurtado, el turismo andaluz aporta el 15% del producto interior bruto andaluz, con unos ingresos que superan, por primera vez, los dos billones de pesetas. Andalucía, sin el turismo, sería como una boda sin novios. Quizás por ello las señales de alerta dadas por el consejero Hurtado no deberían caer en saco roto y bajar, de alguna manera, el listón de la euforia. El turismo está en manos de unos cuantos operadores. Efectos de la globalización. Si el capo de turno, sea inglés, alemán, francés o americano, decide llevar los paquetes a otras zonas, a otro país, santas pascuas; nos darían todas por el mismo sitio. Esta dependencia sólo se puede romper con una rentabilidad compartida y desde Andalucía con una mayor diversificación, siendo competitivos, con una relación calidad/precio de forma que nadie pueda apear al turismo andaluz de la bolsa de la contratación. Crecer por crecer en un sector económico tan frágil y dependiente de factores difíciles de controlar puede ser un riesgo que convierta la gallina de los huevos de oro en un pato mareado.

JUAN DE DIOS MELLADO

* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 26 de enero de 2001