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OPINIÓN DEL LECTOR

Sobre aparcacoches y restaurantes

Soy uno de esos 'impunes profesionales del aparcamiento' a los que hace referencia el señor Carmelo Encinas en su artículo Aparcoches, publicado en EL PAÍS el pasado 6 de enero.

Me gustaría decirle que entiendo que denuncie unos hechos concretos ocurridos en unos restaurantes entre María de Molina y Diego de León, en los que, según relata usted, pruebas de ello tendría, me imagino, hubo cierto favor en la famosa operación cono.

Lo que no alcanzo a comprender es que se extienda en su artículo, trasladando todo ese trato de favor, patente de corso y bula, a gran parte del resto de los restaurantes de Madrid.

Al hacerlo, hace gala de mala información, pues somos muchísimos restaurantes de la capital los que estamos sufriendo desde hace dos o tres años una durísima campaña de acoso y derribo por parte de la Policía Municipal.

Tal es así, que algunos restaurantes se están planteando el cierre.

No hace falta hacer un recorrido a las tres de la tarde por los restaurantes para ver coches en doble fila; también los puede ver a las siete de la tarde alrededor de los grandes almacenes y las tiendas, o a las once de la mañana por las principales vías de Madrid, o los domingos en los aledaños del estadio Santiago Bernabéu, de la plaza de toros de Las Ventas, y en la mayoría de los casos allí no existen aparcacoches, lo cual empeora la situación.

No es justo que usted nos quiera colocar el monopolio o la patente de doble fila, pues no la hemos inventado nosotros, simplemente la utilizamos, como hacen otros, y la vigilamos, no como otros.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de enero de 2001