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CARTAS AL DIRECTOR

Al profesor 'roto'

Santiago de Compostela, A Coruña.

Hace unos treinta y tantos años -pongamos en el año 1967 o 1968-, yo estudiaba en el colegio de los HH Maristas de A Coruña, uno de los de mayor prestigio académico de la ciudad. Le puedo asegurar que en ningún caso me fue dado hacer análisis y comentario de texto, y muchísimo menos debate y discusión, sobre obras de Baroja y Unamuno. Quizás algún poema de Quevedo, quizás un fragmento de El buscón. Desde luego, sin ningún tipo de debate ni discusión. Y no se lo reprocho al profesor, de quien no guardo memoria particularmente negativa. Simplemente, no era posible hacerlo con un programa que comenzaba con el Pantchatandra (así creo que se escribía entonces) y concluía con el penúltimo premio Nadal. Por supuesto, la literatura moderna ni siquiera la estudiábamos, y en cuanto al resto había que conformarse con aprenderse de memoria una buena lista de nombres de autores, obras y tendencias. Nunca se me pidió que leyese un solo libro, fuera del obligado libro de texto. Hoy veo que muchos de mis colegas profesores de literatura (yo doy clases de filosofía) hacen análisis y comentarios de texto, organizan debates y discusiones y, sobre todo, ¡encargan leer libros íntegros a su alumnado! He oído a muchos de mis alumnos quejarse (pero ¿cuándo no se quejaron los alumnos?) de que no tienen tiempo para leer todos.

Señor Juan Antonio Navarro Abrines, le reto a que me explique en qué lugar de los textos legales de la reforma se le exige que no haga análisis y comentarios de texto, ni debates ni discusiones. No se equivoque: no es la reforma la causa de que usted se sienta 'roto'. Y permita que le diga que claramente se equivoca en una cosa: si alguna vez los gestores de la reforma fueron 'encumbrados', desde luego decir eso hoy es un absoluto sinsentido. ¿No se ha enterado? ¡La contrarreforma ya está en marcha! Hoy son los contrarreformistas los que mandan.-

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 27 de enero de 2001