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Crítica:20ª jornada de Liga | FÚTBOL

El Madrid pone tierra de por medio

El equipo de Del Bosque demuestra su superioridad ante un Valencia bajo mínimos

Y eso que el Madrid actuó sin la voracidad acostumbrada, con cierta complacencia en el empate, con un regusto por un punto que ya le servía. O quizá era cuestión de tiempo, pensó Del Bosque, de que el choque cayera del lado del más fuerte. Así que cuando, en el último tramo, el técnico madridista sacó al campo su artillería -Morientes y Munitis-, resolvió el partido y seguramente la Liga. Dio paso a Morientes y éste, tras un magnífico remate, el cabezazo del nueve de toda la vida, le regaló el gol a un Raúl oscurecido, apagado hasta el instante decisivo. De modo que el Madrid pone tierra de por medio en una Liga que esconde en su bolsillo, por mucho que falte casi medio campeonato. Ayer lo tuvo más fácil de lo esperado. Se encontró a un Valencia bajo mínimos, un equipo colocado frente al espejo ante los tres grandes, metido en un crisis considerable desde que se inició el debate sobre la renovación de su entrenador. Esto coincidió con los partidos ante el Deportivo, el Barça y el Madrid y ante todos ellos el Valencia ha demostrado su escasísimo repertorio ofensivo: no ha marcado ni un solo tanto. Cero goles en tres encuentros. El grupo de Del Bosque enseñó su rostro más bello en el primer tiempo, trianguló cuanto quiso, domeñó el efecto endiablado del poderoso viento, pero se aburguesó en el segundo, dando por sentado que el Valencia no marcaría. No podía hacerlo. No disparó entre los tres palos en todo el encuentro. Tal vez el mejor del Valencia fuera el pivote defensivo Albelda. Y con eso queda todo dicho. En el Madrid, en cambio, Helguera dio un recital de toque en el primer tiempo, de manejo racional del cuero. Un discurso al que se unió muy a menudo Figo, atento a todos los recovecos del juego.

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La primera parte resultó excitante, con los dos conjuntos en estado puro. El ritmo fue altísimo en Mestalla, improbable de mantener durante mucho tiempo, sobre todo por parte valencianista, que se exprimió en este primer acto. Al compás que marcaba Helguera, el Madrid tejió su juego asociativo, de técnica y toque; mientras el Valencia arrojó a la hierba su potencial físico y anímico, a falta de mejores argumentos. No hubo goles, sin embargo, por la espesura de ambas delanteras. A la abstinencia de Raúl y Guti por parte madridista, se unió la negación de Carew, muy torpe cuando se ha enfrentado a los tres grandes: el Deportivo, el Barça y ayer el Madrid.

Si había ayer un centrocampista con criterio, de ésos a los que les cabe el choque en la cabeza ése era Helguera, que pareció muy sobrado, superior a sus compañeros. A su altura se aproximó Figo, y no es casualidad que se buscaran constantemente. Helguera coronó el primer tiempo con un hermoso pase a Raúl con el exterior del pie derecho, en dirección al corazón del área valencianista, si bien el delantero lo desaprovechó con un disparo blando.

La réplica a Helguera se la dio en el centro del campo local Albelda, que tiró de su gran estado físico para barrer la zona como una segadora. De hecho, Helguera y Albelda representaron la esencia de cada equipo. Sin olvidarse, por supuesto, de Mendieta, que fue la principal referencia atacante del Valencia mientras le acompañó el oxígeno. Es decir, sólo en la primera parte. Borrado Mendieta tras la reanudación, se volatilizó el Valencia. Declamó una impotencia inapelable. La vuelta al grupo de Kily González no supuso gran cosa desde el punto de vista futbolístico, aunque sí sirvió para meter, con sus típicos aspavientos, al público en el partido.

A medida que el grupo de Cúper iba perdiendo fuelle, exhausto por su despliegue físico, más espacio descubría Figo, que se encontró además con la inexperiencia de Fabio Aurelio, el joven brasileño que debutaba ayer en la Liga. Nada que objetar, no obstante, al lateral izquierdo brasileño, atrevido en ataque y aseado en defensa. Fabio Aurelio acompañó arriba a menudo al Kily González, a pesar de que éste apenas usara el retrovisor para verlo.

La segunda parte destapó las vergüenzas del Valencia: se observó que detrás de su exuberancia física, se esconde una diminuta creatividad. El Madrid, por su parte, se tomó las cosas con calma, a la espera de que poco a poco fuera imponiéndose su categoría. Mestalla empezó a impacientarse y el viento racheado afeó la cita, que se convirtió en un correcalles.

Cúper, pues, debía reaccionar y lo hizo al retirar a dos de sus jugadores más desacertados, Baraja y Angulo. Otro tanto pensó Del Bosque cuando mandó a la ducha a los ausentes Guti y McManaman. De los cambios, el más beneficiado resultó el Madrid, pues la falta de gol de su primer acto la subsanó con Morientes, de cuyo cabezazo sacó tajada Raúl, inédito hasta ese justo instante: el decisivo. El Valencia ya no supo cómo arrimarse a Casillas el día en que la zaga madridista vivió una tarde muy plácida en Mestalla. La más tranquila de los últimos años. Sólo debía preocuparse de Carew y éste ayer se marcaba solo.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de enero de 2001