Igualados a todo, a puntos (14), a partidos ganados (3), empatados (5) y perdidos (11), Racing y Real, colistas de la Liga, echaron un pulso de 90 minutos en El Sardinero por ver quién rompía esta ecuación y endosaba al otro el triste papel de farolillo rojo. Se anunciaba un partido a vida o muerte. El delantero argentino Mazzoni dio la consigna: matar o morir. No había otra alternativa. Así fue.
El Racing cayó, con honor, en la batalla, ante la superioridad de la Real en el contragolpe. Cayó, sobre todo, ante la maestría del joven Joseba Llorente, 21 años, auténtica revelación y la gran figura del partido. Autor del primer gol, este canterano procedente del Éibar jugó con inteligencia, se movió con sentido y volvió loca a la defensa del Racing.
En cualquier caso, el galés Toshack acertó de pleno. El debú del brasileño Julio César en el centro de la defensa no pudo resultar más providencial. Marcó de cabeza el segundo tanto y mitigó la afrenta que sufre la portería de la Real, la más vulnerable de la Liga con 40 goles en contra. La llegada del ex madridista ha fortalecido la línea más débil del cuadro donostiarra. Ante el Racing, la Real en bloque defendió sin muchos academicismos sus ventajas en el marcador y aprovechó las ocasiones de que dispuso. Ciertamente, la Real no fue un vencedor magnánimo. Con un Racing noqueado por el esfuerzo y la desesperación, anotó cuatro goles y aún pudo ahondar más en la herida del adversario si llega a sacar partido del desaliento y la frustración de los cántabros. Matar o morir, ganar como sea, al final todo se quedó en mera palabrería.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 29 de enero de 2001