Ignacio García López, propietario de la finca Las Gavilanas no sale de su asombro ante tanta polvareda política. 'He cumplido con la ley, mi explotación tiene la mejor cualificación sanitaria posible', aseguró ayer. El ganadero mantiene que los agentes de la Guardia Civil no hicieron 'ningún hallazgo'. Y rechaza que hubiera ocultación alguna. 'Preguntaron si había alguna vaca muerta y se les enseñó las cinco que había de este año'.
García relata que dos de las reses fallecieron 'accidentalmente' tras unas labores de saneamiento en su finca 'dirigidas por dos veterinarios oficiales'. Apenas 12 horas antes de que la Guardia Civil visitara su finca murieron las otras tres.
Todas las vacas fallecidas, unas 45 según los cálculos del ganadero, corresponden a una partida de 90 que García López compró en Zafra ( Badajoz) en octubre. 'Venían con hambre atrasada', asegura el dueño de Las Gavilanas. El lluvioso invierno y la competencia del resto del ganado dificultó el acceso de estas vacas a forraje y piensos. En noviembre y diciembre murieron más de treinta, que fueron dejadas en el campo. 'Es habitual que se las coman los buitres, no hay ninguna obligación de enterrarlas'. García López sí cumplió escrupulosamente con el único deber que tenía hasta el 1 de enero: anotar las bajas en los libros de la explotación.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 30 de enero de 2001