Ahí están, mustias pero todavía rosas, conservando el celofán del envoltorio. Su abandono, compone una poesía visual: el ramo, la papelera urbana como tosco florero, el escaparate con sus torsos de maniquí, simples sugerencias masculinas y las flores arrojadas como un reproche.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de febrero de 2001