La decisión de la Autoridad del Transporte Metropolitano de implantar el billete único es histórica. Lo es porque los barceloneses dejaremos de ser raros ante Europa, al menos en materia de tarifas de transporte público. Pero también porque se propone que se lleve a cabo rápidamente, en seis meses, integrando todos los títulos de transporte excepto el billete sencillo.
En una área como la de Barcelona, poner en marcha el billete integrado en ese tiempo es una tarea titánica. Es cierto que ha habido problemas, pero no lo es menos que desde el 15 de enero el 78% de los usuarios del sistema de transporte metropolitano disfruta del billete integrado. Del resto, el 8% puede usar la T-MES, mientras que el 14% aún no se ha beneficiado de nada. No está mal. De los problemas habidos, en verano seguramente ya nadie hablará de ellos porque se habrán resuelto. Menos uno, el de Renfe, que tiene una naturaleza política.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de febrero de 2001