He tenido la oportunidad de leer el libro de Fernando Savater titulado Perdonen las molestias y me ha parecido una excelente radiografía de cómo la sociedad vasca ha convivido (¿sobrevivido?) en los últimos veintitantos años con la amenaza constante de una banda terrorista como ETA.
Es el libro una denuncia valiente y clarividente de muchos silencios, complicidades, cobardías..., pero también, y sobre todo, un homenaje a tantos que no se resignaron y a los que no tienen intención de hacerlo.
Nos dice Savater en el prólogo del libro: 'Les juro por la salud de mi hijo que nada me agradaría tanto como que este libro resultase incomprensible y ocioso cuanto antes'.
Me temo, señor Savater, que su loable deseo está muy lejos de verse cumplido.
En uno de los artículos que componen el libro usted trata de aconsejar a un joven llamado Asier, el cual le escribe angustiado por sentirse amenazado en el pequeño pueblo de Guipúzcoa en el que vive por no aceptar el totalitarismo que los asesinos de ETA intentan imponer. Usted le aconseja: '... de modo que aunque duela sólo te queda un remedio: hazte cura..., lograrás esa inimitable mezcla clerical de repudio a la violencia y comprensión de los violentos'. Más adelante continúa diciendo: 'No hay mejor detente, bala, en Euskadi que una sotana...'.
Pensando en las dificultades que encuentran los miembros del Partido Popular para honrar a sus muertos con una misa, ¿no le parece que su libro, lejos de ser incomprensible y ocioso, está cargado de triste y rabiosa actualidad?-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 4 de febrero de 2001