La tragedia del submarino nuclear Kursk, que se hundió en el mar de Bárents el verano pasado, todavía sigue sin aclararse, pero los militares y altos funcionarios han acusado a un sumergible espía de la OTAN de ser el culpable de la muerte de los 118 marinos rusos. El popular escritor Dmitri Cherkásov acaba de recrear el hundimiento del Kursk en la novela Con la cruz y el acero, que debía publicar la editorial Nevá, de San Petersburgo. Pero cuando Cherkásov fue a recibir sus honorarios le dijeron que aunque la tirada de 14.000 ejemplares estaba ya impresa, la novela seguramente no vería la luz y terminaría en las máquinas cortapapeles. Como explicación se limitaron a decirle que 'en Moscú hubo a quienes no les gustó la obra' y lo tranquilizaron asegurándole que recibiría el dinero que le corresponde. En la novela, el submarino se llama Mtsensk (que, como Kursk, es el nombre de una ciudad), mientras que los apellidos de los almirantes y los funcionarios gubernamentales son parecidos a sus prototipos: Koroyev es, por supuesto, el comandante en jefe de la Marina, Vladímir Kuroyédov; Popovski, el comandante de la Flota del Norte, Viacheslav Popov, etcétera. Esto no sería un problema grave si no fuera porque en la novela el submarino se hundió tras chocar contra un crucero, es decir, que, según Cherkásov, el culpable de la tragedia del Kursk fue el buque ruso Pedro el Grande y no un sumergible de la OTAN. Cuando Cherkásov se enteró de que su libro sería destruido, recurrió al diario Komsomólskaya Pravda, que ha comenzado una campaña en defensa de la novela.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de febrero de 2001