Soy una estudiante extremeña que vive en Sevilla. Los primeros días he de decir que fueron algo difíciles para mí, debido a la distancia, pero todo se resolvió al conocer esta bella ciudad.
Espléndida porque está llena de luz y brillo, de color y el aroma de azahar que la envuelve toda haciéndola mucho más encantadora y casi mágica. Sus gentes cordiales, llenas de dulzura y simpatía; la gastronomía típica y exquisita para todo tipo de paladar; su Semana Santa, elegante y sobria con sus pasos elaborados, perfección absoluta ante una creencia enraizada, y la feria tan ansiada por todos los sevillanos.
Como conclusión, decir que Sevilla crea adicción a todos los que la visitamos. Secreto absoluto de una ciudad coqueta que lanza sus encantos embrujando así a todo el que la ve por primera vez, sin quedar libre de ser enamorado.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de febrero de 2001